viernes, 21 de marzo de 2014

El conflicto estalla en todo el país
Cuando los docentes enseñan luchando

Decenas de miles de trabajadores de la educación llenaron las calles de La Plata. La huelga, con un alto componente de participación desde abajo, marca el camino para enfrentar al ajuste en curso. En la lucha de los docentes se juega buena parte de la suerte que corra la conflictividad salarial.


La embestida del gobierno nacional para descargar la crisis sobre nuestras espaldas se enmarca en la devaluación de la moneda y el aceleramiento inflacionario que impactan directamente sobre nuestros depreciados salarios. Estas medidas protegen la tasa de ganancia de los empresarios, verdaderos “ganadores” del modelo. Para culminar este plan de ajuste intentan imponer un techo a las paritarias. El gobierno nacional y los gobernadores provinciales rápidamente acordaron acerca del carácter ejemplificador de la paritaria docente, que funciona como caso testigo para gran parte del resto de las negociaciones salariales. La oposición patronal, en el mejor de los casos hace un silencio de radio, aunque la mayor parte de la dirigencia política ha condenado la “irresponsabilidad” de los trabajadores docentes que están realizando las huelgas.
Al ser una paritaria testigo, el gobierno posee particular interés en que los reclamos docentes no triunfen. Dos de las figuras principales del actual gabinete nacional, Capitanich y Kicillof, fueron los elegidos para ocupar el rol de operadores ofreciendo como piso el 22% en tres tramos, y agregando provocativamente y como distractor, que corre el eje del debate, la discusión sobre el “presentismo”. A este primer anuncio, siguieron ofrecimientos provinciales muy por debajo de la inflación anual estimada. Tan solo en lo que va del año la inflación reconocida por el nuevo índice de precios es del 7,4 % y la perspectiva es que se incremente.
La respuesta de los trabajadores de la educación se despliega con contundencia. Hoy, a tres semanas del inicio lectivo, 15 provincias se mantienen en conflicto con diferente nivel de intensidad, con paros escalonados o intercalados con un regreso a las escuelas en los casos de Catamarca, Chaco, Corrientes, Entre Ríos, Jujuy, La Rioja, Mendoza, Neuquén, Río Negro, Salta, San Juan y Tierra del Fuego, con cortes de rutas (que recibieron la represión policial) en Misiones llevados a cabo por algunos sectores gremiales como el Movimiento Pedagógico de Liberación y la Udnam. Además, hay dos provincias que aún no han comenzado las clases: Chubut y Buenos Aires.
La conducción Celeste de CTERA no puede ocultar sus compromisos con el gobierno nacional. Con un discurso que exalta la autonomía sindical, no deja de quedar en evidencia que en sus intervenciones nunca mencionan la responsabilidad del gobierno nacional en el intento de aleccionar  las protestas sindicales y sociales. Tal es así, que todavía no se ha realizado ninguna medida que unificando los reclamos a nivel nacional señale con firmeza la responsabilidad del gobierno central. La educación es un problema nacional que requiere medidas nacionales. La burocracia de CTERA parece no estar dispuesta a tomarlas.
Buenos Aires, el epicentro del conflicto

La huelga docente en la provincia de Buenos Aires transita su tercera semana. Por la intensidad del conflicto se ha convertido en una de las luchas más importantes del sector en la última década, solo por detrás de las luchas de Santa Cruz del 2007 y 2011, y de Neuquén en 2010 y 2013, pero con mucha mayor capacidad de resonancia.
La muy escasa propuesta del gobierno de un aumento del 30,9% para los maestros de grado (aumento que afecta al 20% del total) y de un 21% a 23% para el resto, todo en dos tramos, está muy lejos del aún insuficiente reclamo el Frente Gremial Docente Bonaerense de un 35%. Desde varias seccionales y entidades opositoras, reunidas recientemente en el encuentro Nacional Docente, y calculando el costo de la canasta familiar, se sostiene la necesidad de un aumento que lleve a que ningún docente gane menos de $9.000.
Un salario que siempre corre a la pobreza desde atrás

Hace ya varios años que el salario docente, uno de los más bajos si tomamos en cuenta a los sectores del trabajo formal, viene siendo erosionado por los crecientes índices de inflación, llegando a la “paradójica” situación de que el salario inicial, de $3.417 ha quedado por debajo del ya escaso salario mínimo vital y móvil. Sin dudas,  la responsabilidad de esta situación es compartida por el gobierno nacional, los gobiernos provinciales y las conducciones burocráticas de los diferentes sindicatos, principalmente la lista Celeste del SUTEBA, que, lejos de preocuparse por los salarios, las condiciones laborales y la situación de la escuela pública en general, se esfuerza por utilizar al sindicato como herramienta de disputa política, y practicar un seguidismo ciego al gobierno kirchnerista.  El SUTEBA provincial se ha convertido un sindicato cada vez más burocratizado, con escasos o casi inexistentes espacios de democracia interna, con importantes desafiliaciones en toda la provincia como contrapartida de la pauperización del salario docente y la educación pública.
Varios son los factores que en la actualidad llevan a la burocracia Celeste a mantener el paro por tiempo indeterminado. Si por su dirigencia fuera, ya hubieran cerrado el conflicto hace tiempo para salvaguardar sus compromisos políticos. Pero el crecimiento logrado por la izquierda dentro del sindicato a partir de las elecciones del año pasado, que llevó a la Lista Multicolor a conducir 9 seccionales en la provincia (varias de ellas claves, cómo la Matanza o La Plata), la presiones internas dentro del propio Frente Gremial y la presión por fuera que ejerce UDOCBA, son elementos clave que impiden que la conducción de Baradel entregue la lucha una vez más como ya lo ha hecho muchas veces antes.
La gran novedad es el despliegue de fuerzas con cierta autonomía y relativamente espontáneas, en muchos casos, fuerzas dinámicas de las bases docentes que bajo el nombre de Docentes Autoconvocados, congregan a docentes afiliados, no afiliados, desafiliados, y en algunos casos auxiliares, que  organizan masivas asambleas, movilizaciones y actividades distritales, sacando el conflicto a las calles. Estas experiencias, que en muchos casos lograron desbordar los mecanismos de contención de las conducciones sindicales muy desprestigiadas, dan cuenta de la situación de descontento ante la pérdida del salario, el ataque claro por parte del gobierno, pero también ponen en agenda consignas que refieren a las condiciones laborales y de enseñanza y aprendizaje. Se evidencia un hartazgo por el no reconocimiento de la tarea docente y los ataques permanentes de funcionarios y periodistas que tienen ingresos muy superiores a los de cualquier docente y que conocen las escuelas públicas sólo por fotos.  
La Necesidad de profundizar la lucha y de recuperar el  SUTEBA

Desde Hombre Nuevo creemos que se debe profundizar la lucha para obtener el triunfo, las condiciones de participación y movilización de la docencia indican que la victoria es posible; es necesario trabajar sobre la democracia de base y transformar el paro “pasivo” en un paro activo, debemos realizar asambleas en las escuelas donde puedan participar todos los compañeros, afiliados y no afiliados, invitar a compañeros de otros gremios, sumar a padres y alumnos, para que la lucha sea de todo el pueblo, debemos estar activos, colocar la estructura del sindicato en pos de realizar actividades diarias de difusión, movilización y lucha y no debe temblarnos el pulso si es necesarios radicalizar la protesta.
Al mismo tiempo debemos denunciar que el objetivo del FGDB es insuficiente. El 35% no alcanza, para recomponer lo perdido por nuestro salario durante años. Debemos luchar por un salario igual a la canasta familiar, porque se mejore sustancialmente el salario básico, por mayor infraestructura y por más escuelas públicas, por el funcionamiento del IOMA, por el fin de los susidios a las escuelas privadas. ¡Es mentira que no hay plata! La plata se usa para pagar la ilegítima y fraudulenta deuda externa, para las indemnizaciones a Repsol, o se utilizó para aumentarle hasta un 50% los sueldos al aparato represivo cuando se acuarteló. ¿Por qué no se aplica una reforma tributaria que grave las ganancias de aquellos que, como lo afirmó la presidenta, se la “llevan en pala”? Por otra parte sostenemos que la discusión de los números debe ir ligada a la necesidad de implementar un presupuesto único y nacional, y no que dependa de las variadas arcas provinciales. Al mejor estilo noventista este gobierno sostiene la descentralización del presupuesto educativo.
Por otro lado sabemos que mientras esta conducción, burocrática y adicta al gobierno, continúe dirigiendo los destinos del SUTEBA, no se podrá lograr que cumpla su función de herramienta de lucha para los trabajadores. Por eso también es necesario aportar a las construcciones de oposición, desde abajo y a la izquierda para hacer del sindicato, realmente una herramienta de lucha para nuestra clase.

Es preciso seguir en la calle para que la burocracia no pueda bajarse del plan de lucha. 

Por un salario igual a la canasta familiar.
Si triunfa la lucha docente, ganamos todos los trabajadores.
Agrupación Hombre Nuevo – 22 de marzo de 2014

jueves, 20 de marzo de 2014

Ni olvido ni perdón

Adelanto de La Llamarada Nº18
Editorial



Ni olvido ni perdón

En el año 2002, el Congreso creó el Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia. Había pasado apenas unas semanas de que cayeran asesinados los compañeros Darío y Maxi en el Puente Pueyrredón. Tres años después, durante el gobierno de Néstor Kirchner, se instituyó como día no laborable. Toda institucionalización de la historia implica un recorte, una drástica amputación de sus causas, de sus actores, de sus continuidades por parte de quienes le dan entidad oficial. La memoria que se escribe en el escueto decreto por el cual se conmemora esta fecha, no es ni de lejos la memoria viva y presente de los luchadores, militantes y compañeros desaparecidos durante la dictadura de Videla. Nuestra memoria, no viene -en forma de ley burguesa- a reemplazar las luchas por una patria sin explotados ni explotadores, no esconde las insignias rojas de los caídos, no escinde las esperanzas por librarse de las opresiones de ayer y de hoy, porque son opresiones de una misma raíz.

Nuestra memoria de hoy no acepta la integración del ejército a la sociedad, ni cree en los disfraces de los Jefes y Generales, ahora supuestamente bien educados en materia de derechos humanos. Nuestra memoria, como la tierra, lleva en sus surcos todos los gestos de la humanidad. Es un registro ético que repudia cualquier intento de integración a los gobiernos que hostigan al pueblo.



Un ejército que tiene aún la potestad para resguardar los archivos secretos con los paraderos de los hijos, con la ubicación de las fosas, con la información sobre los responsables de detenciones y desapariciones, es un ejército que no defiende ni podrá defender al pueblo trabajador, ni buscar la verdad, ni buscar la justicia. Nuestra memoria rechaza de plano el nombramiento de César Milani como Jefe de las Fuerzas Armadas, como lo han rechazado los organismos de DD.HH. por estar vinculado al Operativo Independencia en Tucumán, por las detenciones de Ramón Olivera y de su padre, por la desaparición de Alberto Ledo y las torturas a Oscar Schaller en La Rioja. Repudia cualquier intento de conciliación por parte de los organismos que han bajado sus banderas de lucha de antaño y sugieren, desde una perspectiva del buen gusto, que el ejército “urbanice las villas miserias”. El mismo ejército que entraba derribando puertas a chuparse compañeros, no puede, ni debe construir una sola casa en ningún barrio. Eso es lavarle la cara, y dejar de pedir lo que hay que pedir, con claridad y con firmeza: juicio y castigo para todos los represores, de ayer y de hoy.

Esta apuesta del kirchnerismo hacia la integración social de las fuerzas armadas se da en un contexto de crisis económica y política que afecta la vida de millones de trabajadores. La imagen del ejército colaborando junto a los soldados de Cristina en las inundaciones sufridas en 2013 en La Plata, dan muestra de estos intentos que insultan la memoria de aquellos que en esa misma ciudad se partieron el lomo solidarizándose sin la venia del gobierno nacional, aquellos que pusimos nuestro salario y nuestros brazos sin una pizca de caridad y que no nos olvidamos de que las tragedias naturales las paga el pueblo cuando no las previenen los gobiernos. 

Las medidas entorno a la represión o la represión misma, enmarcada en la crisis del capital, en la futura transición de gobierno que resguarda sobre todo los intereses de los grandes ganadores cuidados, se ha cristalizado en figuritas como la de Sergio Berni, cuyo prontuario merece un asco digno e incontenible. El karateka, ex Teniente Coronel del ejército, la cara visible de las políticas de seguridad nacionales en medio de un creciente auge de las protestas sociales, como nunca se habían desarrollado en el decenio K, comenzó su carrera como buchón de los mineros que tomaron los socavones de la empresa YCRT en Río Turbio, por el año 1994. Alicia Kirchner fue quien lo trajo a la Ciudad en 2003 para incorporarlo al Ministerio de Desarrollo, y lo puso al mando de una oficina que tenía por objetivo desarticular al movimiento piquetero, con amenazas, informes de inteligencia, o maniobras y prebendas. En 2010 fue quien comandó a la Gendarmería en el Parque Indoamericano, después de los asesinatos perpetrados por la Federal y la Metropolitana. “Los conflictos no se negocian”, es el lema de este instructor de artes marciales que reprimió y detuvo a más de 60 compañeros en Campo de Mayo, en agosto de 2012, y el mismo que estuvo a cargo de la represión del 27 de febrero último en los cortes en de la General Paz y de la Panamericana, exhortando a la justicia “a dar respuestas” contra la “manga de inadaptados” y “delincuentes”.

La represión crece al ritmo parejo de la inflación y el ajuste, y los personajes como Berni son la bandera del mismo gobierno que año atrás se ufanaba de no reprimir la protesta social. El mismo dadivoso gobierno que nos “presta” la Plaza de Mayo para protestar, mientras sobre condena a los condenados petroleros de Las Heras. El mismo que apunta contra todos los trabajadores cuando apunta contra Las Heras, y sanciona y delimita las protestas “justas” que a esta altura se restringen a un twitteo de denuncia contra los remarcadores de precios, y condena a todo aquel que ose cortar una calle, una ruta o hacer paro. A la par, en los despachos, se preparan las baterías de medidas legislativas para recortar el derecho a manifestarse en las calles: “Vamos a tener que sacar una normativa relativa a la convivencia ciudadana porque no puede ser que 10 personas te corten una calle y no pase nada”, anunciaba Cristina Fernández en la reciente apertura de las sesiones del Senado.

Esta memoria de la que somos parte, no tiene en sus tejidos un solo punto que justifique la supresión de este derecho de los trabajadores y del pueblo. Los compañeros que en los 70 lucharon contra el capitalismo, contra el imperialismo y contra la represión, no encajan en el discurso de la conciliación ni en el mensaje disciplinante del gobierno. No son más que una contradicción y un verdadero retorcijón político para los acostumbrados estómagos del progresismo a dieta de sapos cada vez más gruesos. En síntesis, la fachada se viene abajo, el modelo se desarma.

Así como recortan la memoria del 24 de marzo, lo mismo mutilan las enseñanzas de las jornadas del 19 y el 20 de diciembre. Unidos y Organizados, en las puertas de los tribunales, piden una justicia sobre un hecho histórico que es para ellos no más que un punto estático en la lucha de clases (advertencia: lo de lucha de clases va por cuenta nuestra). El modelo -que se descascara- en su discurso y lectura sólo toma ese momento en la historia de nuestro pueblo como un cuco, como el pasado que “superamos” y al que “no queremos volver”. No hacen referencia a la valentía de aquellos que le pusieron el pecho a los gases, que aguantaron horas y horas de represión, que vieron caer compañeros, hermanos, padres en manos de la policía. El gobierno ve en aquellos días solamente “caos”. No estamos cercanos a pensar que el 2014 es un reflejo de aquel 2001, sería una falta total de precisión histórica y análisis coyuntural de nuestra parte. Sólo queremos apuntar las contradicciones entre el creciente endurecimiento de la contención represiva de la protesta y la “encendida” militancia de las organizaciones kirchneristas que piden una justicia por los hechos de aquel diciembre. Para que nos entendamos: el gas lacrimógeno vencido que inhalamos aquella vez, tiene aun el mismo sabor.
Ante un nuevo aniversario del golpe, junto a la memoria de los 30.000 compañeros que pelearon por una patria sin hambre, sin pobreza, sin dueños, contra la judicialización de la protesta, contra la persecución actual de los luchadores sociales y políticos, porque las injusticias de ayer tienen su núcleo en las mismas relaciones de explotación actuales, porque las banderas rojas siguen molestando a los ojos de los patrones, porque no sea en vano la muerte y la vida de esos miles de compañeros y compañeras: no perdonamos, no nos reconciliamos, y nunca olvidamos.

sábado, 15 de marzo de 2014

Entrevista al politólogo Franck Gaudichaud


Entrevista al politólogo Franck Gaudichaud
“El debate hoy es cómo frenar la violenta ofensiva de la
derecha neoliberal”



Revista La Llamarada


Venezuela se debate entre los intentos desestabilizadores de la derecha, los límites propios del proceso bolivariano y la posibilidad de que sea la clase trabajadora y el movimiento popular los que hagan avanzar un proyecto no exento de tensiones y contradicciones.
Entrevista a Franck Gaudichaud, miembro del equipo editorial de Rebelión.org, doctor en Ciencia Política y autor de varios libros sobre América Latina, con una investigación -dirigida por Michael Löwy- sobre Poder Popular y Cordones Industriales bajo el gobierno de Allende en Chile (1970 -1973).

¿Cómo caracterizas la situación actual en Venezuela? ¿Qué es lo que se dirime allí?

Franck Gaudichaud: Como punto de partida, hay que reconocer que estamos en medio de una tremenda guerra mediática global en contra del proceso bolivariano. Por eso es fundamental crear espacios de contrainformación. Para comenzar, frente a tanta desinformación, hay que volver a subrayar que el proceso bolivariano es un proceso de largo plazo de amplias conquistas sociales (salud, educación, reducción de la desigualad), democratización (nueva Constitución), de creciente empoderamiento e inclusión política de las clases populares, en una relación muy tensa con el líder carismático que ha sido Chávez. También que este proceso ha sido clave en la constitución de nuevas soberanías nacional-populares y en la creación del ALBA, UNASUR y CELAC. Así que un importante retroceso en Venezuela y el regreso del neoliberalismo en ese país tendrían importantes e inmediatos efectos colaterales en toda la región. Todo esto parece obvio, pero es indispensable subrayar lo esencial y las relaciones de fuerzas geopolíticas en momentos en que los medios de comunicación dominantes -y la oposición venezolana- hablan de “dictadura castro-comunista” y de “genocidio en Venezuela…
La situación actual es sumamente tensa debido a que el sector más reaccionario de la oposición apostó a la violencia y la desestabilización desde la calle.  En tal contexto, hay una tendencia dentro de las filas de las izquierdas a descomplejizar nuestro entendimiento de la coyuntura, diciendo que se está contra el imperialismo o a favor del golpe de estado “fascista”. Esta lectura binaria me parece nefasta. Por supuesto, hay que denunciar y oponerse de manera unitaria a la intentona “insurreccional” de la derecha. Sabemos que los EE.UU. tienen claros intereses geopolíticos en esta desestabilización; los lazos entre los “Halcones” de Washington y la fracción de la oposición encabezada por Leopoldo López en Venezuela, no son una teoría de complot, sino información objetiva. También hay una intervención real desde Colombia y el “uribismo”, así como incursiones paramilitares, sobre todo en el estado fronterizo de Táchira. Estos elementos son importantes. Ahora, ¿estamos ante un golpe de estado, estilo abril de 2002? Se puede hablar de “fascismo”, sin con ello conseguir definir la dinámica de la oposición al chavismo. Yo creo que no: primero porque las relaciones de fuerza reales son distintas a 2002. El estado mayor y las Fuerzas Armadas apoyan claramente al gobierno, sin fisura por ahora; la gran burguesía no apuesta a la violencia y a una salida extraconstitucional. Fedecámaras y los principales patrones (como Mendoza de la Polar) participaron de la conferencia de paz con Maduro y condenaron la violencia en las calles. Es decir, los elementos claves de la coyuntura de abril de 2002, no están al día en la coyuntura actual. Eso sí, hay un sector de la derecha en torno a Leopoldo López que apuesta claramente a la violencia callejera, haciendo un llamado a derrocar a Maduro. Y lo preocupante: este sector logró movilizaciones muy importantes. En el estado de Táchira, en Mérida con el movimiento estudiantil, pero también en las calles de Caracas. Es cierto que los participantes de esas movilizaciones provienen esencialmente desde los barrios altos, desde la clase alta, media alta pero también de clase media ya no tan alta. Sectores violentos de la derecha están ganando espacio en la sociedad, haciendo uso de la violencia en contra de trabajadores y militantes barriales, edificando barricadas (las “guarimbas”): son responsables de la gran mayoría de los asesinatos de las últimas semanas. La oposición neoliberal está parcialmente fragmentada, pero a la vez cada uno ocupa su papel en contra del proceso: desde Henrique Capriles o COPEI (Comité de Organización Política Electoral Independiente), que dicen apostar al diálogo después de sucesivas derrotas electorales hasta partidos comoVoluntad Popular de Leopoldo López o como la asociación Súmate y la diputada María Corina Machado, que apuestan a crear un clima semi-insurreccional, sin esperar las próximas elecciones. Algunos analistas como Ignacio Ramonet han destacado la existencia de un “golpe de Estado lento”, basado en las teorías de desestabilización de Gene Sharp.
Pero, yo creo que desde la izquierda anticapitalista, el tema clave no es solo denunciar todo eso, sino también seguir pensando “abajo y a la izquierda” para entender -de manera crítica y dialéctica- cuáles son los elementos dentro del propio espacio del chavismo que permiten que se exprese tanto descontento en varios estratos de la sociedad, y no solo desde parte del movimiento estudiantil. En este sentido, tenemos que indagar también las contradicciones y debilidades de la “revolución bolivariana” y escuchar las voces críticas del movimiento popular y revolucionario dentro y fuera del chavismo. En Rebelión hemos publicado también varios autores venezolanos que van en esa dirección: Roland Denis, Simón Rodríguez P., Javier Biardeau, Gonzalo Gómez, etc.

¿Cuáles son esas principales debilidades propias del chavismo?

Primero habría que diferenciar el chavismo gubernamental del pueblo trabajador bolivariano. Yo entiendo que hay tensiones ahí, sobre todo a un año de la partida de Hugo Chávez que fue un gestor central del proceso, capaz de oscilar entre lo vertical del líder y la horizontalidad de la participación popular. En la era del “chavismo sin Chávez”, Maduro tiene la legitimidad democrático-electoral: ganó la elección presidencial, de manera justa, y las municipales confirmaron esa nueva victoria bolivariana en las urnas (con 17 victorias sobre 18 elecciones). Pero Maduro no tiene el liderazgo carismático de Chávez, mientras, al mismo tiempo hay una degradación económica acelerada. Por supuesto, se habla mucho de inseguridad, la derecha en particular, pero representa también una gran preocupación diaria para las clases populares. Es en el plano económico donde afloran más los problemas últimamente: el Banco Central de Venezuela reconoce un desabastecimiento a una altura del 28% de los productos y una inflación de 56% en el 2013 que corroe los salarios de los trabajadores. La mala gestión económica y del tipo de cambio refuerza la especulación, el mercado negro y al acaparamiento por parte de la burguesía compradore a una escala mayor. Algunos economistas marxistas como Manuel Sutherland o Víctor Álvarez hablan de la fuga de capitales más grande de América del Sur. Son varios “planes Marshal” que se fugan así hacia Miami. Es cierto, la inflación y el desabastecimiento son producto de la ofensiva de las clases dominantes, pero también de una política económica ineficiente. La corrupción es otro tema de fondo después de 15 años de proceso bolivariano: ¿cómo pretender construir “socialismo del siglo XXI” en esas condiciones de corrupción burocrática? Frente a las dimensiones del fenómeno, ligado al modelo del capitalismo petro-rentista todavía hegemónico[i], no basta con tener un ministerio del “poder popular”… No veo otra solución que crear fiscalización desde abajo, democracia participativa y consejos de trabajadores, reforzar los consejos comunales existentes. En caso contrario, ¿cómo parar durablemente la ofensiva de la derecha? ¿Con diálogo y paz con los sectores patronales, con la Mesa de Unidad Democrática, con Cisneros y la boliburguesía? Por otra parte, recordemos la impunidad hasta hoy para los responsables del golpe de abril de 2002 o de los asesinatos de abril de 2013. También es muy preocupante la impunidad frente al sicariato anti-sindical que existe en el país, los niveles de represión en contra de algunas huelgas obreras o la creciente militarización de algunos territorios (lo que provocó malestar y distanciamiento público por parte del gobernador bolivariano del estado de Tachira). En estos días, el presidente Maduro y la fiscalía han reconocido la responsabilidad de la guardia nacional y de la policía bolivariana en la muerte y maltrato a varios manifestantes, ojala eso no quede impune, porque el Estado tiene que ser el garante de los derechos fundamentales.

Te referiste críticamente al camino que se está tomando desde el gobierno para frenar la ofensiva de la derecha: ¿Cuál sería, para vos, el camino más efectivo para enfrentar a la derecha?

Sin duda, como lo proponen algunos sectores anticapitalistas venezolanos, la mejor manera de defenderse es la profundización de la revolución y de las conquistas del proceso; es reforzar una visión crítica y popular, independiente de la burocracia o de la boliburguesía, apuntando a un empoderamiento desde abajo. Yo creo que está perfectamente justificado el intento por parte del gobierno de poner paños fríos a la violencia callejera, el llamado al diálogo y a la paz. Ahora, diálogo y paz sí, pero ¿para qué y con quién? Ojalá el diálogo prioritario sea hacia los sectores populares movilizados, los trabajadores organizados que buscan los caminos del poder popular, el campesinado que quiere reforma agraria, el pueblo indígena, junto con más anuncios concretos para mejorar la situación económica. Por supuesto, Maduro ya hizo anuncios frente a la “guerra económica”, pero además de la “ley de precios justos”, positiva, fueron medidas de ajuste y devaluación. Al contrario pequeñas corrientes como Marea Socialista y otras fuera del chavismo (libertarias, marxistas, trotskystas) proponen hacer frente a la derecha neoliberal tomando medidas revolucionarias: por ejemplo, tomar el control del comercio exterior, pero con fiscalización ciudadana (para evitar la corrupción); combatir fuertemente la especulación y centralizar las divisas extranjeras; intervenir el sistema bancario bajo control social para que la renta petrolera ya no sea captada en parte por los acaparadores; apoyar con más decisiones los consejos comunales, la producción nacional de alimentos y un sistema de planificación nacional democrático, etc. Insisto, solo estoy retomando declaraciones de colectivos bolivarianos y anticapitalistas venezolanos. Por cierto avanzar en esta dirección significa también comenzar a pensar las contradicciones internas al movimiento popular, asumir sus debilidades e limitaciones, como también el peso del bonapartismo político presente en el PSUV por ejemplo.

¿Qué analogías y qué diferencias encontrás entre el proceso de Chile durante el gobierno de Allende y el de Venezuela? Más que nada, en función de la relación entre los espacios de organización popular y un Estado que, a pesar de todos los cambios, sigue siendo un Estado capitalista.

Primero, eso me parece esencial: en Venezuela, todavía existe el estado capitalista, aunque con una nueva institucionalidad mucho más democrática. Predomina el capitalismo estatal-rentista y más del 70% del PIB está en manos del sector privado. Ubicarse estratégicamente significa primero saber donde estamos parados. En 1973 en Chile, la Unidad Popular significó como en Venezuela grandes conquistas democráticas, sociales, empoderamiento desde abajo, apoyadas además en una clase obrera muy organizada en el plano sindical y político. De hecho, en Venezuela una gran deficiencia es que no se logró construir un movimiento obrero y sindical clasista y democrático, autónomo de la burocracia estatal. Otro elemento interesante de la experiencia chilena es la relación tensa entre movimiento popular y el gobierno Allende. Yo estudié los cordones industriales[ii] como organismos sui generis de poder popular y, en varios momentos, los cordones fueron capaces de pararse frente a Allende y reclamar medidas revolucionarias. Otro punto de debate es justamente hasta qué punto podemos confiar en la institucionalidad, en la posibilidad de “usar” el Estado para reformar desde arriba la sociedad: es decir, si construimos socialismo desde el estado o si construimos socialismo desde el poder popular constituyente, el control obrero y la participación ciudadana. Cuando en Venezuela, por ejemplo, experiencias de cogestión como en Sidor han sido rápidamente ahogadas. Lo mismo con el complicadísimo  tema de la violencia política, del papel del imperialismo y de las FFAA: lo cierto es que en Venezuela, a diferencia de la vía chilena, se ha pensado el proceso como “pacífico pero armado”. Hay en Venezuela una dinámica cívico-militar bien diferente de la experiencia chilena. Más allá de eso, la “revolución bolivariana” actualiza un debate pendiente de la Unidad Popular: ¿qué podemos hacer con el Estado y con qué tipo de Estado? ¿Hasta qué punto el gobierno, las elecciones, son una herramienta de conquista democrática y cómo apoyarse decididamente en formas de poder popular para avanzar? ¿Cómo enfrentar desde la mejor relación de fuerza posible a las derechas y el imperialismo?


[i] Ver: F. Gaudichaud, “Las tensiones del proceso bolivariano: nacionalismo popular, conquistas sociales y capitalismo rentista”, Rebelión, dic. 2012, www.rebelion.org/noticia.php?id=160554.
[ii] Ver: F. Gaudichaud, Poder popular y cordones industriales en Chile, Santiago, LOM, 2004.

Valeria Ianni es historiadora argentina, integrante del colectivo "Hombre Nuevo":

miércoles, 12 de marzo de 2014

Una flor de la invencible primavera

A un mes de la prematura muerte de nuestro querido compañero Fernando “Deli” Deliens, los homenajes se multiplican. En los barrios, entre la militancia, desde las organizaciones hermanas, los justos reconocimientos para este joven compañero no dejan de brotar. Murales, pintadas, canciones y, sobre todo, su legado político: en clave de lucha, de arte y de esperanza, nuestro compañero Deli está presente. Como expresión de este mes, el 8 de marzo se realizó en el Centro Cultural Raymundo Gleyzer un merecido homenaje dónde participaron organizaciones hermanas, sus compañeros/as y familia. 










A continuación, reproducimos palabras en su memoria y la letra de dos canciones compuestas para él.


Contra el olvido, memoria y esperanza

Entre toda la injusticia que nos da este mundo, existe el olvido.
El poder no recuerda más que la historia de los que tiene el poder (o mejor dicho, de los que por ahora tienen el poder), de los ricos y de los explotadores sean de un color o de otro.
Por eso los trabajadores, los luchadores y los militantes siempre tenemos que tener memoria. Pero no cualquier memoria, sino una memoria cargada de esperanza.
Así quisimos recordar a nuestro compañero Deli: memoria unida a la esperanza y a la confianza en un porvenir de lucha y victoria.

Deli es uno de esos jóvenes, hijo de una familia trabajadora de un barrio del sur del conurbano, que un día decidió ser militante.
Como habrá sido aquel día, podemos preguntarnos. Un momento tan importante siempre se recuerda. Cuando alguien ya decidió ser un militante verdadero, se orienta el rumbo… uno ya se siente fuerte, capaz de enfrentar muchas adversidades. Un militante decidido sabe que tiene que aprender mucho para superarse, que debe esforzarse y poseer mucha convicción acerca de la unidad de los que no tenemos ya nada que perder. Un militante decidido no le escapa a los desafíos, si es que ellos contribuyen a los intereses de nuestra clase. Un militante decidido sabe que el camino será largo, prácticamente todos los días y años que nos preste esta vida, así que debe armarse de mucha tenacidad y de paciencia impaciente. Ese era el camino que Deli había elegido para su vida, un camino que no termina con la vida propia.

Así ha sido desde hace décadas y hasta siglos: desde las extrañas de esta añeja sociedad han nacido generaciones de hombres y mujeres dispuestos a enfrentarse de pie y con una poderosa voluntad a este sistema injusto y miserable. Así fue como las profundas penas que ocasiona este mundo dividido en clases fueron juntando a los trabajadores de un lado y de otro, a los militantes con más militantes, ideas con corazón, con mucho sacrificio, pero también con la alegría de ser dignos, y tener nobles objetivos.

Así quisimos recordar a nuestro compañero Deli. Como un joven militante comunista, como parte de nuestra historia, y como parte de los que luchan.

Hermano, compañero Deli: ya te vemos con tu camisa a cuadros y tu inseparable gorra verde; ya es la hora y hay que ser puntuales.
Cargá tu mochila de libros y prepará la bicicleta. Es tiempo de alzar barricadas y juntar piedras para enfrentar al poder que insiste en no recordar.

Por la revolución y el socialismo. Hasta la victoria final.
Compañero Deli, presente.


Marzo de 2014 - Agrupación Hombre Nuevo


 ***                     ***                     ***

Morir viviendo


Quise que un segundo no fuera una eternidad,
quise por unos minutos no haber aprendido a amar,
pensé en mariposas y en efectos pa' explicar,
supe que no hay nada que remplace a la verdad.

Y agoté con todo lo que se puede entender,
y sin más remedio me dispuse a comer
ese cruel veneno que nos tiene que doler,
pa' morir un rato y así volver a nacer.

Supe que ese paso no se puede desandar,
y quise abrazarte aunque sea una vez más,
calculé ausencias pa' aprender a transitar
un camino que entre todos tendremos que reinventar.

Sólo una flor de la invencible primavera,
pero tan bella como eterna compañera,
sólo se puede redimir,
si acá aprendemos a seguir.
Y justamente la justicia estuvo justo
para fallar una vez más para la muerte
de los que viven pa' que ellos no estén tranquilos,
mueren viviendo así el futuro es de los míos.
Sólo se puede redimir,
si acá aprendemos a seguir.

Morir viviendo, así el futuro es de los míos hoy.

Quise que un segundo no fuera tu eternidad,
quise para siempre haber aprendido a amar,
pensé en los naufragios que supimos comandar,
supe que este acorde a vos te iba a gustar.

Pensé en esas ganas que tenías de vivir
y en los privilegios que viviste pa' destruir,
pienso en esa gente que no sabe ya qué hacer,
y en los siglos que tu agenda tenía para ofrecer.

Y agoté con todo lo que se puede pensar,
supe que no alivia pero un poco hay que gritar,
quise abrazarte aunque sea una vez más,
pa' sentir lo que los ricos no pueden ni imaginar.

Sólo una flor de la invencible primavera,
pero tan bella como eterna compañera.
Sólo se puede redimir,
si acá aprendemos a seguir.
Y justamente la justicia estuvo justo,
para fallar una vez más para la muerte,
de los que viven pa' que ellos no estén tranquilos,
mueren viviendo, así el futuro es de los míos.
Sólo se puede redimir,
si acá aprendemos a seguir.

Morir viviendo, así el futuro es de los míos hoy.

Chimo

 ***                       ***                         ***

Ser vida

Tan sencilla luz encontré,
tan sincero el rostro 
que sabe sentir
lo que es "ser"

Firmeza que lo hizo entender
que la realidad es frágil
si se trata con deber.

Nos enseñaste a amar
a este mundo y combatir al tiempo
tené confianza que tu sonrisa
nos abraza hasta el final.

Supe a esa angustia tomar
y asumir que aún viva
la alegría 
de tu andar.

Mirada humilde 
de un invencible hombre nuevo
que hoy nos deja su grandeza
tras la injusta realidad.

Ana



viernes, 7 de marzo de 2014

Crisis: ajuste y represión o una salida de los trabajadores





Crisis: ajuste y represión o una salida de los trabajadores
Con la reciente devaluación y la escalada inflacionaria, una vez más somos los trabajadores los que pagamos el costo de una crisis que no provocamos. Las causas de la devaluación. La necesidad de luchar por el salario, pero también por un gobierno de los trabajadores.
Cuando el ajuste es “nacional y popular”
“Mientras yo sea Presidenta, los que pretendan ganar plata a costa de devaluaciones que deba pagar el pueblo, deberán esperar a otro gobierno” decía la presidenta el 6 de mayo de  2013 en un acto en la Casa Rosada. Sin embargo en enero de 2014 la moneda fue devaluada un 18,3%, la mayor devaluación durante un solo mes desde 2002. Previamente, en forma tenue pero continua, entre 2007 y 2013 el valor del peso se había depreciado un 64,5%. Frente al aumento de precios que provocó la medida, la respuesta gubernamental fue que “a los precios debemos cuidarlos entre todos”. El gobierno, los sindicalistas obsecuentes como Hugo Yasky y el siempre dispuesto elenco del progresismo K contesta “esto no es un ajuste, ajuste era lo que se hacía en los 90”. Al tiempo que, obligados por la búsqueda de créditos externos, funcionarios de economía reconocen mediante un nuevo índice de precios, exigido por el FMI, una inflación durante enero de 3,7%: la mayor suba mensual en doce años. Hasta ahora, frente a la especulación empresaria no ha habido más que acaloradas pero inocuas denuncias en los medios oficialistas, mientras para los trabajadores los topes salariales, los llamados a la “responsabilidad”, las burlas y amonestaciones presidenciales sumadas a la represión de Sergio Berni son tangibles y contundentes.
Los pies de barro de la “década ganada”
Durante años, el oficialismo sostuvo que desde 2003 la economía argentina no estaba atada a las crisis cíclicas que la habían caracterizado durante el siglo XX. Sin embargo, la reciente devaluación saca a la luz la falsedad de esa afirmación. La depreciación del tipo de cambio es el modo más sencillo (y menos “estructural”) que tienen los gobiernos para acortar la distancia entre la productividad media del país y la que rige en el mercado mundial. Al depreciar el peso, el resultado es similar a lo que ocurriría en caso de que Argentina hubiera resuelto algunos de los problemas propios de su carácter dependiente: insuficiencia en la producción y provisión de energía, obsolescencia del sistema de transporte, ausencia de una fuerte industria de base, salida de fuertes sumas de capitales que no son reinvertidos en el espacio nacional. No es casual, tampoco, que las dificultades y la salida devaluacionista se hayan dado en varios de los países “emergentes”. Efectiva en lo inmediato, la devaluación no resuelve esas debilidades que reaparecen más tarde o más temprano.
La acelerada pérdida de reservas de los últimos años, en particular desde fines de 2013, tornó  acuciantes esos problemas. Durante buena parte de la “década ganada”, las reservas del BCRA se mantuvieron por encima de los 50 mil millones de dólares. En agosto de 2011 quebraron ese piso que no se volvió a recuperar, oscilando en el orden de los 40 mil millones. En abril del año pasado esa cifra también quedó atrás, descendiendo a 30 mil millones. En lo que va de 2014 las reservas cayeron por debajo de los 28 mil millones. (Ver informe monetario semanal del BCRA, http://www.bcra.gov.ar/index.asp). Además del giro de utilidades y la fuga de capitales de los grandes jugadores, provocaron esa situación el déficit de la balanza comercial energética y de la balanza industrial. Se suman los pagos que el gobierno “pagador serial” realiza: los 5.000 millones de dólares en bonos del Tesoro para Repsol en compensación por la expropiación son un claro ejemplo.
El desarrollo desigual y combinado del capitalismo se expresa no sólo en la fortaleza relativa de cada economía, sino en la capacidad de cada moneda nacional de cumplir las funciones que le caben al dinero en una sociedad mercantil como la nuestra. Si desde la salida de la convertibilidad el peso nacional es el medio de circulación interno por excelencia, nuestra moneda no es dinero mundial; la función de atesoramiento requiere, entonces, de dólares, bonos del Tesoro norteamericano, e incluso oro. Si bien un régimen monetario menos rígido que el de la convertibilidad permite que no toda la base monetaria tenga que estar respaldada por una cantidad equivalente de dólares, tampoco se pueden escindir completamente ambas variables.


Ajustaron… y así será mientras gobiernen los explotadores
El argumento de que sólo hay ajuste cuando se recortan nominalmente los salarios no resiste el menor análisis. El régimen monetario incide en el modo en que se manifiestan las crisis así como en la forma del ajuste. Keynes, el economista admirado por Kicillof, fue un teórico burgués que desarrolló este tema; cuestionó en la década de 1920 al patrón oro (régimen análogo al de convertibilidad) no sólo por sus efectos “deflacionistas”, sino porque hacía que el ajuste adoptara la disruptiva modalidad de recorte del salario nominal. En cambio, en un contexto de inflación se podía mantener la “ilusión monetaria” del salario; incluso podía haber aumentos salariales al tiempo que descendía el salario real.
Desde la izquierda marxista debemos ser contundentes en nuestras intervenciones: no hay capitalismo sin crisis; y no hay salida de las crisis bajo el capitalismo sin aumento de la explotación de la clase trabajadora. Las crisis del capitalismo son crisis de sobreproducción, no de subconsumo. Empujado por la búsqueda de ganancias, el capital erosiona sus propias condiciones de rentabilidad. Las crisis expresan ese problema a la vez que crean el camino de su solución. Los cierres de fábricas, la quiebra de empresas, las fusiones, las compras de activos, etc. son el modo en que opera la desvalorización de capitales, que “elimina a los menos aptos”. Lejos de llorar por la suerte del empresariado nacional o del mediano propietario, hay que clarificar que esa situación se traduce en despidos, reducción de horas de trabajo, en síntesis, deterioro de nuestras condiciones de vida y trabajo. Bajo esas circunstancias, el capital aumenta la explotación sobre el trabajo y, desembarazado de los capitales menos productivos, restablece la rentabilidad media y puede emprender un nuevo ciclo de acumulación acelerada.
Luchemos por salario y por un gobierno de los trabajadores
La idea de que la distribución del ingreso es la llave para salir de la crisis dentro del capitalismo es irreal en la práctica y confusa ideológicamente. Nuestra lucha por salario es porque nosotros y nuestros hijos merecemos vivir mejor (o no vivir tan mal), porque nuestro trabajo es el que crea nuestros salarios y las ganancias que las clases dominantes se reparten.
La lucha por el salario, contra los despidos, contra las mil y una modalidades de precarización y tercerización se imponen como puntos prioritarios de la agenda de los trabajadores. No es casual, entonces, que haya una tendencia a mayores conflictos. Los trabajadores sabemos que tenemos que resistir el avance sobre nuestras condiciones de trabajo y de vida con la lucha. Los capitalistas y el estado también saben esto, de ahí que desde apenas iniciado el año el “gobierno de los derechos humanos” haya realizado verdaderas demostraciones de fuerza en cuanta movilización popular haya habido. Desde el discurso, se observa una campaña sistemática de estigmatización de los que luchan, a la que contribuyen con entusiasmo todos los medios de comunicación. Los hechos ocurridos durante la jornada por la absolución de los presos de Las Heras, la intervención de la presidenta en la apertura de sesiones ordinarias del Congreso, la represión a docentes misioneros en un corte de ruta, entre otros casos, no dejan lugar a dudas respecto de que el gobierno, en el marasmo de la crisis económica, responderá a nuestros reclamos reprimiendo.
Por eso, la lucha por salario y por frenar la ofensiva económica, debe ir de la mano de la lucha por un gobierno de los trabajadores. Porque mientras gobiernen los explotadores, habrá crisis; y mientras haya crisis, la respuesta del sistema será, como siempre, ajuste y represión.